lunes, noviembre 14, 2011

II

El frío y el calor se mezclaban y no pude entender cuál se apoderaba de mí. Me confundían y peleaban por poseerme. Al final sudaba acalorada sintiendo escalofríos a la vez.
La luz era tan tenue que casi no existía, y eso agudizaba todos mis sentidos. Olía el aire pesado y viciado, y me embriagaba un poco más. Quizás ahí estaba la magia, evidentemente la energía era especial y las partículas vibraban de forma maravillosa, inusual.
Nunca entendí bien lo que pasó, cómo comenzó y cómo dejé que ocurra, pero sé muy bien que nunca lo evité. Que mi historia dé un vuelco más en tan poco tiempo ya no me sorprendía.
La música no era suave, había distorsión y psicodelia. A cualquiera le hubiera molestado pero a mí me hacía falta. El descontrol es constante por acá y eso sólo alentaba a más.
Sé que me arrepentí y me arrepentí de arrepentirme muchas veces en esos pocos minutos.
¿Cómo evitar lo inevitable? Sólo corriendo lejos de ahí desaforadamente.
Nunca corrí lejos de ahí desaforadamente.
Nunca corrí lejos de ningún lugar, lo mío es escabullirme, salir elegantemente sin prisa y sin pausa, aguantando la respiración. Siempre con miedo a la asfixia.
Ese momento de abismos vertiginosos fue cautivador, y ahora me cautiva el miedo. ¿Cómo escabullirme ésta vez sin salir malherida, maltratada, malhumorada? ¿Cómo saber que no dormiré sobre ésta historia como otras veces, despertando tarde y llegando cuando todo haya cerrado, cuando todos se hayan ido?
¿Hacia dónde me empujan?
Voces, escuchaba voces que se mezclaban con la música hipnotizante. Me llamaban pacientemente. Eran voces profundas y tranquilas. Supongo que las ignoré descaradamente para evitar lo que ahora estoy viviendo. Ilusa. Mi cerebro está tan alejado de mi espíritu que ahora mismo río y lloro a la vez.
Las voces eran mías, era yo hablándome desde otro plano. Diciéndome lo que ya sabía. Sabia. Recordándome lo que no olvido nunca. Tarareando esa melodía estúpida que inventé cuando tenía 5 años y ya me dolía el corazón.
Obvio, no quise escucharme. Hace años que dejé de escucharme.

2 comentarios:

tomate dijo...

soy tomás amigo de macarena galaz


sólo puedo decir que tus palabras guardan símbolos de inconciencia. Ésto me recuerda mucho al poeta Enrique Lihn.

si tienes la oportunidad de leerlo espero que lo leas, puesto que se acercan harto.

saludos

ese es mi aporte

pau dijo...

Tomás, gracias por tu aporte! está bueno que algunas personas lleguen a mi página.
Leeré a ese poeta para saber de qué se trata.
También pasaré por tu blog a ver qué onda...

Saludos!